Mientras se libran guerras en diferente partes del mundo y el terrorismo muestra su rostro horrible vez tras vez, muchos adventistas piensan sobre involucrarse o no en la acción militar. En Corea, recientemente cinco estudiantes de teología se rehusaron a portar armas durante la instrucción militar de reserva.
Esta declaración no es una posición rígida que obligue a los miembros de iglesia, sino que orienta, dejando al miembro individual libre para evaluar la situación por sí mismo”.
Esta declaración nunca ha sido revocada. “Desde el principio la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha defendido firmemente la no beligerancia para sus miembros. […] En los Estados Unidos de Norteamérica, una declaración confirmando la posición tomada durante la Guerra Civil fue adoptada por la División Norteamericana el 18 de abril de 1917: ‘Por la presente reafirmamos la declaración anterior. Pedimos que nuestras convicciones religiosas sean reconocidas por las autoridades y que se nos exija servir a nuestro país solo en funciones tales que no violen nuestra obediencia concienzuda a la ley de Dios como está presentada en el decálogo, interpretada en las enseñanzas de Cristo y ejemplificada en su vida’ (Actas de la Junta de la División Norteamericana 1:517, 18 de abril de 1917)”. En 1923 la Junta de la División Europea votó una declaración similar en Gland, Suiza. La Asociación General tomó medidas en 1951, 1952, 1954, y 1972.
Si comparamos la declaración de 1954 con la de 1972, notaremos que se hicieron cambios mínimos de redacción aquí y allí, pero que se agregó una oración adicional al final. En 1969 la División Norteamericana emitió una declaración que recomendaba la no beligerancia pero permitía a los feligreses mantener una posición pacifista con el respaldo de la iglesia. “Los EUA se involucraron en Vietnam, y solo aquellas personas que podían demostrar respaldo religioso para su pacifismo serían derivadas a servicio alternativo”. La oración adicional de la declaración de 1972 permite a la iglesia servir a todos sus miembros, sin importar qué les dicte su conciencia, a la vez que oficialmente defiende la no beligerancia.
A través de los años la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha publicado declaraciones relacionadas con el asunto de la no beligerancia. En “Declaración de Paz” leemos: “En un mundo lleno de odio y lucha, un mundo de conflictos ideológicos y militares, los adventistas del séptimo día desean ser conocidos como pacificadores y trabajar por la justicia y la paz mundiales bajo Cristo como la cabeza de la nueva humanidad”. Un documento anterior declara: “Los adventistas, por precepto y ejemplo, deben representar y trabajar por la paz y la buena voluntad para con los hombres—y así ser conocidos como pacificadores y constructores de puentes”. Y la última declaración oficial, emitida en 2002, afirma: “Jesucristo, el Príncipe de Paz, quiere que sus seguidores sean pacificadores en la sociedad y por lo tanto los llama bienaventurados” (Mat. 5:9).
Aunque Tony Campolo discrepa con los adventistas de Norteamérica, diciendo: “Ustedes defendían la justicia de Jesús. Pero poco a poco la riqueza que ha impregnado a esta comunidad les ha seducido a una mentalidad que me hace preguntarme si la lealtad de ustedes es más hacia los EUA que al reino de Dios”,[10] en una editorial William Johnsson declara: “Desde nuestra historia más temprana, los adventistas hemos defendido oficialmente la posición de no combatientes en tiempos de guerra. Apoyamos al gobierno, pero nuestra lealtad suprema es para Dios, cueste lo que nos cueste”.Ángel Rodríguez concluye “que no existe tal cosa como la guerra justa. […] La iglesia debe insistir siempre en lo maléfico de las guerras humanas. Si la función de la iglesia en el contexto de la guerra es hablar en favor de la paz y la reconciliación, debe promover la no beligerancia entre sus miembros, basada en la enseñanza bíblica del valor de la vida humana”.
La Iglesia Adventista no está abandonando su defensa de la no beligerancia. ¡Por el contrario! Invita a todos los miembros de iglesia a seguir los pasos de Cristo y vivir de acuerdo con el Sermón del Monte.