Un Llamado al Reavivamiento y la Reforma
Hoy, más que nunca, anhelamos llegar a nuestro hogar definitivo. Por eso, “la mayor y más urgente de todas nuestras necesidades es la de un reavivamiento de la verdadera piedad” (Mensajes selectos, t. 1, p. 141).
“El reavivamiento significa una renovación de la vida espiritual, un avivamiento de las facultades de la mente y el corazón, una resurrección de la muerte espiritual. La reforma significa una reorganización, un cambio en ideas y teorías, en hábitos y prácticas” (Eventos de los últimos días, p. 162).
Una iglesia reavivada y reformada acepta el desafío de ser receptora y continuadora de la misión de Jesucristo. “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mat. 28:18-20).
El verbo central, “haced discípulos”, es un imperativo. Este modo no era usado entre iguales; era principalmente usado por los reyes. El Rey Jesús, con toda autoridad en el cielo y en la Tierra, después de haber vencido al pecado en la cruz y a la muerte en la tumba, ordena a la iglesia la misión del discipulado. Los otros verbos, en forma de gerundio, “id” (yendo), “enseñando” y “bautizando”, son partes componentes y dependientes del mismo cometido.
Aceptamos el llamado al reavivamiento y la reforma, y el mandato de hacer discípulos, y decidimos vivir en comunión, relacionamiento y misión. En comunión, buscando a Dios todos los días, a primera hora, y en forma continua y permanente. En relacionamiento, haciendo del Grupo pequeño un estilo de vida que, siguiendo el modelo apostólico, fortalezca nuestros vínculos y, al mismo tiempo, nos permita alcanzar a otros. Y en misión, usando todos los dones y los recursos de manera tal que cada hijo de Dios lleve, cada año, por lo menos una persona a Jesús, al bautismo y a la iglesia.
Consciente de su necesidad y del llamado divino, la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Sudamérica invita a todos sus miembros a leer, con meditación y oración, los siguientes consejos bíblicos y del Espíritu de Profecía:
Comunión
Entrega completa
“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento” (Rom. 12:1, 2).
El propósito de Dios siempre fue establecer un vínculo especial con sus criaturas. Nuestros primeros padres “eran visitados por ángeles, y se gozaban en la comunión directa con su Hacedor, sin ningún velo oscurecedor de por medio” (Patriarcas y profetas, p. 32). “Una lección para todos los tiempos; a saber, que la verdadera felicidad se encuentra no en dar rienda suelta al orgullo y al lujo, sino en la comunión con Dios” (ibíd., p. 31).
“Sería bueno que cada día dedicásemos una hora de reflexión en la contemplación de la vida de Cristo. […] dejar que la imaginación se posesione de cada escena, especialmente de las finales” (El Deseado de todas las gentes, p. 63).
“Conságrate a Dios todas las mañanas; haz de esto tu primer trabajo. Sea tu oración: ‘¡Tómame, oh Señor, como enteramente tuyo! Pongo todos mis planes a tus pies. Úsame hoy en tu servicio. Mora conmigo, y sea toda mi obra hecha en ti’. Este es un asunto diario. Cada mañana conságrate a Dios por ese día. Somete todos tus planes a él, para realizarlos o abandonarlos según te lo indicare su providencia. Así, día tras día, debes poner tu vida en las manos de Dios, y así tu vida será moldeada cada vez más a semejanza de la vida de Cristo” (El camino a Cristo, pp. 69, 70).
“Cristo espera con un deseo anhelante la manifestación de sí mismo en su iglesia. Cuando el carácter de Cristo sea perfectamente reproducido en su pueblo, entonces vendrá él para reclamarlos como suyos” (Palabras de vida del gran Maestro, p. 47).
Constantes en la oración
“Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” (2 Crón. 7:14). “Orad sin cesar” (1 Tes. 5:17).
“Nuestro Salvador se identificó con nuestras necesidades y debilidades, y se convirtió en un suplicante, un peticionante, que imploraba de su Padre nueva provisión de fuerza para poder avanzar fortalecido para el deber y la prueba. Él es nuestro ejemplo en todas las cosas. Es un hermano en nuestras debilidades. […] Su humanidad hizo de la oración una necesidad y un privilegio. Encontraba consuelo y gozo en la comunión con su Padre. Y si el Salvador de los hombres, el Hijo de Dios, sintió la necesidad de orar, ¡cuánto más los débiles mortales, manchados por el pecado, deberíamos sentir la necesidad de orar con fervor y constancia!” (El camino a Cristo, p. 93).
“Al sonido de la oración ferviente, toda la hueste de Satanás tiembla […] sabiendo perfectamente que han perdido la batalla” (Joyas de los testimonios, t. 1, p. 122). “Debemos velar, obrar y orar como si este fuese el último día que se nos concede” (Joyas de los testimonios, t. 2, p. 60).
Con espíritu de ayuno y oración
“Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego y ayuno” (Dan. 9:3).
“El propósito del ayuno que Dios nos manda observar no es afligir el cuerpo a causa de los pecados del alma, sino ayudarnos a percibir el carácter gravoso del pecado, a humillar el corazón ante Dios y a recibir su gracia perdonadora” (El discurso maestro de Jesucristo, p. 75).
“De ahora en adelante hasta el fin del tiempo, los hijos de Dios deberían ser más fervientes y más despiertos […]. Deberían dedicar días especiales al ayuno y la oración. No es necesario que se abstengan de alimento, pero deberían comer con moderación alimentos sencillos” (Consejos sobre el régimen alimenticio, p. 223).
“El ayunar un día por semana les sería de beneficio incalculable” (ibíd., p. 224). “El espíritu del ayuno y la oración verdaderos es el espíritu que entrega la mente, el corazón y la voluntad a Dios” (ibíd., p. 224).
Cuidar el cuerpo
“¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual habéis recibido de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1 Cor. 6:19, 20).
“La verdadera temperancia nos enseña a abstenernos por completo de todo lo perjudicial, y a usar juiciosamente lo que es saludable” (Patriarcas y profetas, p. 605). “Solo la temperancia es el fundamento de todas las gracias que proceden de Dios, el fundamento de todas las victorias por ganarse” (La temperancia, p. 179).
“Por medio de la gratificación del gusto, el sistema nervioso se excita y el poder del cerebro se debilita, haciendo imposible pensar con calma y en forma racional. La mente se desequilibra […] y los intereses sagrados y eternos son desatendidos” (Consejos sobre el régimen alimenticio, p. 178).
“La obra de transformación de la impiedad a la santidad es continua. Día tras día Dios obra la santificación del hombre, y este debe cooperar con él, haciendo esfuerzos perseverantes con el fin de cultivar hábitos correctos. Debe añadir gracia sobre gracia; y mientras el hombre trabaja según el plan de adición, Dios obra para él según el plan de multiplicación” (Los hechos de los apóstoles, pp. 439, 440).
Exaltar la Escritura
“Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Porque: Toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; mas la palabra del Señor permanece para siempre” (1 Ped. 1:23-25).
“Debemos ir al encuentro de la gente con la sólida Palabra de Dios” (Mensajes selectos, t. 2, p. 49).
“Es por medio de la Palabra –no por sentimientos ni excitación– como queremos influenciar en la gente para que obedezca la verdad. Sobre la plataforma de la Palabra de Dios, podemos estar en pie con seguridad” (Eventos de los últimos días, p. 95).
Relacionamiento
Fuimos creados para vivir en relación con Dios y con el prójimo. Cuando nos integramos con amigos y hermanos, pasamos a formar parte de una vida en comunidad que nos hace más felices y más fuertes. Por eso, necesitamos robustecer nuestra relación con Dios, con nuestra familia y con la iglesia, por medio del culto familiar, de los Grupos pequeños, de la observancia del sábado, y de la devolución de los diezmos y las ofrendas.
Espiritualizar la familia
“Job los hacía venir [a sus hijos] y los santificaba. Se levantaba de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos” (Job 1:5).
“Por la noche y por la mañana, uníos con vuestros hijos en el culto a Dios, leyendo su Palabra y cantando sus alabanzas. Enseñadles a repetir la ley de Dios” (El evangelismo, p. 364).
“Sean cortas y animadas las reuniones del culto familiar” (Eventos de los últimos días, p. 74).
“Elija el padre una porción de las Escrituras que sea interesante y fácil de entender; serán suficientes unos pocos versículos para dar una lección que pueda ser estudiada y practicada durante el día. Se pueden hacer algunas preguntas. Pueden presentarse a manera de ilustración unas pocas, serias e interesantes observaciones, cortas y al punto. Por lo menos deberían cantarse unas pocas estrofas de un himno animado, y la oración que se eleve debe ser corta y al punto. El que dirige en oración no debería orar por todas las cosas, sino que debería expresar sus necesidades con palabras sencillas; y su alabanza a Dios, con gratitud” (Conducción del niño, p. 494).
Vivir en comunidad
“Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones […]. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo” (Hech. 2:42, 46, 47).
Los primeros cristianos vivían en comunidad; crecían hacia arriba en comunión con Dios; hacia adentro, en fe y consagración; y hacia afuera, en servicio y testimonio.
“La formación de pequeños grupos como base del esfuerzo cristiano me ha sido presentada por Uno que no puede errar […]. Mantengan íntimo su vínculo de unión, cerrando sus filas por el amor y la unidad, estimulándose unos a otros para progresar y adquiriendo cada uno valor, fortaleza y ayuda de los demás. Revelen la tolerancia y la paciencia que manifestó Cristo y, evitando las palabras apresuradas, usen el talento del habla para edificarse unos a otros en la santísima fe” (Joyas de los testimonios, t. 3, pp. 84, 85).
Experimentar fidelidad
“Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa: Probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, a ver si no os abro las ventanas de los cielos y derramo sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Mal. 3:10).
“El Señor llama hoy a los adventistas del séptimo día, en todo lugar, para que se consagren enteramente a él, haciendo todo lo que esté a su alcance para su obra […]. Él desea verles mostrar, por medio de dones y ofrendas generosas, cuánto aprecian sus bendiciones y cuánta gratitud sienten por su misericordia” (Joyas de los testimonios, t. 3, pp. 350, 351).
“No solo deberíamos dedicar fielmente nuestros diezmos a Dios, quien los reclama como suyos, sino también deberíamos traer un tributo como ofrenda de gratitud. Llevemos a nuestro Creador, con corazones gozosos, los primeros frutos de todos sus generosos dones; lo más escogido de nuestras posesiones, nuestro mejor y más santo servicio” (La fe por la cual vivo, p. 247).
“No podrá entrar en el cielo ninguna persona cuyo carácter haya sido contaminado por la fea mancha del egoísmo. Por lo tanto, Dios nos prueba aquí entregándonos posesiones temporales a fin de que el uso que hagamos de ellas demuestre si se nos puede confiar las riquezas eternas” (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 24).
Respetar el día del Señor
“Y les di también mis días de reposo, para que fuesen por señal entre mí y ellos para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico […] y santificad mis días de reposo, y sean por señal entre mí y vosotros” (Eze. 20:12, 20).
“No tengamos vergüenza de portar la señal que nos distingue del mundo. […] El Señor tiene un pueblo que le es leal. Su trabajo se ha de llevar a cabo en líneas rectas. La gente que ostenta su señal debe establecer iglesias e instituciones que sean monumentos para él. Por humilde que sea su apariencia, estos monumentos testificarán constantemente en contra del falso día de reposo instituido por Satanás y en favor del sábado establecido por el Señor en el Edén” (Testimonios para la iglesia, t. 7, pp. 104, 105).
“El sábado será la gran piedra de toque de la lealtad […]. Cuando esta piedra de toque les sea aplicada finalmente a los hombres, entonces se trazará la línea de demarcación entre los que sirven Dios y los que no lo sirven” (¡Maranata: El Señor viene!, p. 160).
Misión
Compromiso con la misión
“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor” (Luc. 4:18, 19).
“¡Trabajad, oh trabajad, teniendo en vista la eternidad! Recordad que toda energía debe ser santificada. Queda una gran obra por hacer” (Testimonios selectos, t. 5, p. 162). “Dios ha enviado un mensaje tras otro para despertar a su pueblo y animarlo a hacer algo inmediatamente” (Joyas de los testimonios, t. 3, p. 308).
“Largo tiempo ha esperado Dios que el espíritu de servicio se posesione de la iglesia entera, de suerte que cada miembro trabaje por él según su capacidad. Cuando los miembros de la iglesia de Dios efectúen su labor señalada en los campos menesterosos de su país y del extranjero, en cumplimiento de la comisión evangélica, pronto será amonestado el mundo entero, y el Señor Jesús volverá a la Tierra con poder y grande gloria” (Los hechos de los apóstoles, p. 92).
“La iglesia de Cristo sobre la Tierra fue organizada con propósitos misioneros, y el Señor desea ver a la iglesia entera ideando formas y medios por los cuales los encumbrados y los humildes, los ricos y los pobres, puedan escuchar el mensaje de la verdad” (Servicio cristiano, p. 92).
Un llamado personal
“Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!” (1 Cor. 9:16).
“Cada día termina el tiempo de gracia para algunos. Cada hora, algunos pasan más allá del alcance de la misericordia. Y ¿dónde están las voces de amonestación y súplica que induzcan a los pecadores a huir de esta pavorosa condenación? ¿Dónde están las manos extendidas para sacar a los pecadores de la muerte? ¿Dónde están los que con humildad y fe perseverante ruegan a Dios por ellos?” (Patriarcas y profetas, p. 135).
“Nadie piense que se halla en libertad para cruzarse de brazos y no hacer nada. El que alguien pueda salvarse en la indolencia y la inactividad es completamente imposible. Pensad en lo que hizo Jesús durante su ministerio terrenal. ¡Cuán fervorosos, cuán incansables eran sus esfuerzos! No permitió que nada lo desviara de la obra que le fue encomendada. ¿Estamos siguiendo sus pasos?” (Servicio cristiano, pp. 105, 106).
“Nadie está inactivo en el cielo, y en las mansiones de los bienaventurados no entrará nadie que no haya manifestado amor a Cristo, y que no se haya esforzado por la salvación de los demás” (Testimonios para los ministros, p. 208).
Solidaridad y benevolencia
“Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí […]. En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mat. 25:35, 36, 40).
“Solo el método de Cristo será el que dará éxito para llegar a la gente. El Salvador trataba con los hombres como quien deseaba hacerles bien. Les mostraba simpatía, atendía sus necesidades y se ganaba su confianza. Entonces les pedía: ‘Sígueme’ ” (El ministerio de curación, p. 102).
“Es necesario acercarse a la gente por medio del esfuerzo personal. Si se dedicara menos tiempo a sermonear y más al servicio personal, se conseguirían mayores resultados. Hay que aliviar a los pobres, atender a los enfermos, consolar a los afligidos y dolientes, instruir a los ignorantes y aconsejar a los inexpertos.
Hemos de llorar con los que lloran y regocijarnos con los que se regocijan. Acompañada del poder de persuasión, del poder de la oración, del poder del amor de Dios, esta obra no será ni puede ser infructuosa” (ibíd., p. 102).
“Suplid primero las necesidades temporales de los menesterosos, aliviad sus menesteres y sufrimientos físicos, y luego hallaréis abierta la puerta del corazón, donde podréis implantar las buenas semillas de virtud y religión” (Testimonios para la iglesia, t. 4, p. 224).
“La verdadera felicidad consiste en servir desinteresadamente a otros. Cada palabra, cada acción ejecutada en este espíritu queda anotada en los libros del cielo como habiendo sido dicha o hecha para Cristo” (Joyas de los testimonios, t. 3, p. 100).
La Única Esperanza
Un tiempo de prueba
“Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca” (1 Ped. 5:10).
“Dios ama a su iglesia con un amor infinito. Nunca deja de velar sobre su heredad. Solo permite las aflicciones que su iglesia necesita para su purificación, para su bien presente y eterno […]. Todas las pruebas que inflige a la iglesia tienen por objeto dar a su pueblo una piedad más profunda y una fuerza mayor para llevar los triunfos de la cruz en todas partes del mundo” (Joyas de los testimonios, t. 3, p. 392).
“Las aflicciones, las cruces, las tentaciones, la adversidad y nuestras variadas pruebas son los medios que emplea Dios para refinarnos, santificarnos y hacernos dignos de su alfolí celestial” (Joyas de los testimonios, t. 1, p. 312).
Nadie sabe cuándo
“Las cosas secretas pertenecen a Jehová, nuestro Dios, pero las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, a fin de que cumplamos todas las palabras de esta Ley” (Deut. 29:29).
“Dios no nos ha revelado el tiempo cuando terminará este mensaje o cuándo llegará a su fin el tiempo de gracia. Aceptemos las cosas reveladas para nosotros y para nuestros hijos, pero no procuremos saber lo que ha sido mantenido secreto en los concilios del Todopoderoso” (Eventos de los últimos días, p. 231).
“Me han llegado cartas preguntándome si tengo alguna luz especial en cuanto a la fecha de la terminación del tiempo de gracia, y contesto que solo tengo este mensaje que dar: que ahora es el tiempo de trabajar mientras dure el día, pues viene la noche cuando nadie puede obrar” (Mensajes selectos, t. 1, p. 224).
Capacitados por el Espíritu Santo
“Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hech. 1:8).
“El Espíritu Santo es el representante de Cristo, pero despojado de la personalidad humana e independiente de ella. Estorbado por la humanidad, Cristo no podía estar personalmente en todo lugar […]. Por medio del Espíritu, el Salvador sería accesible a todos” (El Deseado de todas las gentes, p. 622).
“La promesa del Espíritu Santo no se limita a ninguna edad ni raza. Cristo declaró que la influencia divina de su Espíritu estaría con sus seguidores hasta el fin. Desde el día de Pentecostés hasta ahora, el Consolador ha sido enviado a todos los que se han entregado plenamente al Señor y a su servicio” (Servicio cristiano, p. 310).
“Puesto que este es el medio por el cual hemos de recibir poder, ¿por qué no tener más hambre y sed del don del Espíritu? ¿Por qué no hablamos de él, oramos por él y predicamos con respecto a él?” (Servicio cristiano, p. 312).
Como nunca antes
“Vi a otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria” (Apoc. 18:1).
“La gran obra de evangelización no terminará con menor manifestación de poder divino que la que señaló el principio de ella” (Eventos de los últimos días, p. 206).
“Él suscitará a hombres y a mujeres entre la gente corriente para hacer su obra, así como en la antigüedad llamó a pescadores para que fuesen sus discípulos. Pronto habrá un despertar que sorprenderá a muchos. Quienes no comprendan la necesidad de lo que debe hacerse serán pasados por alto, y los mensajeros celestiales trabajarán con los que son llamados gente común, capacitándolos para llevar la verdad a muchos lugares” (Eventos de los últimos días, p. 208).
“El poder que conmovió al pueblo tan fuertemente durante el movimiento de 1844 se ha de manifestar una vez más. El mensaje del tercer ángel avanzará, no en tono silencioso, sino con gran clamor” (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 233).
Avanzar unidos
“Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste” (Juan 17:21).
“Algunos han adelantado la idea de que, a medida que nos acerquemos al fin del tiempo, cada hijo de Dios actuará independientemente de toda organización religiosa. Pero he sido instruida por el Señor en el sentido de que en esta obra no existe tal cosa como que cada hombre puede ser independiente” (Testimonios para los ministros, p. 489).
“Como miembros de la iglesia visible y obreros en la viña del Señor, todos los que profesan el cristianismo deben hacer cuanto pueden para conservar la paz, la armonía y el amor en la iglesia […]. La unidad de la iglesia es la evidencia convincente de que Dios ha enviado al mundo a Jesús como su Redentor” (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 583).
“ ‘Avanzad juntos’. En la unidad está nuestra fortaleza […]. Los mensajeros que el Señor envía llevan las credenciales divinas” (La iglesia remanente, p. 99).
“Cuando el poder divino se combine con el esfuerzo humano, la obra se propagará como fuego en el rastrojo” (Mensajes selectos, t. 1, p. 138).
“El secreto de nuestro éxito en la obra de Dios se hallará en el trabajo armonioso de nuestro pueblo. Debe haber acción concentrada. Todo miembro del cuerpo de Cristo debe desempeñar su parte en la causa de Dios, de acuerdo con la capacidad que Dios le ha dado. Debemos avanzar juntos para vencer obstrucciones y dificultades, hombro con hombro, y corazón con corazón. Si los cristianos actuaran de concierto, avanzando como un solo hombre, bajo la dirección de un solo Poder, para la realización de un solo propósito, conmoverían al mundo” (Servicio cristiano, p. 95).
Con todos y a todos
“Después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones” (Joel 2:28). “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mat. 24:14).
“Muchos, aun entre los indoctos, ahora proclaman la palabra del Señor. Los niños son impulsados por el Espíritu para ir y declarar el mensaje del Cielo. El Espíritu se derrama sobre todos los que cedan a sus indicaciones, y arrojando de lado toda maquinaria humana, su reglas limitativas y sus métodos cautelosos, declararán la verdad con el poder del Espíritu” (El evangelismo, p. 508).
“Así se predice una obra de extensión universal y de poder extraordinario […]. Vendrán siervos de Dios con semblantes iluminados y resplandecientes de santa consagración, y se apresurarán de lugar en lugar para proclamar el mensaje celestial. Miles de voces predicarán el mensaje por toda la Tierra” (Eventos de los últimos días, p. 211).
Conversiones multitudinarias
“Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos” (Hech. 2:47).
“Habrá muchos que saldrán de las filas del mundo, de las diferentes iglesias […]. Muchos que se han extraviado del redil regresarán para seguir al gran Pastor” (Eventos de los últimos días, p. 215). “Multitudes recibirán la fe y se unirán a los ejércitos del Señor” (El evangelismo, p. 508).
“En […] Sudamérica […] y todos los rincones oscuros de la Tierra, Dios tiene en reserva un firmamento de escogidos que brillarán en medio de las tinieblas para demostrar claramente a un mundo apóstata el poder transformador que tiene la obediencia a su ley. Ahora mismo se están revelando en toda nación, entre toda lengua y pueblo; y en la hora de la más profunda apostasía, cuando se esté realizando el supremo esfuerzo de Satanás para que ‘todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos’ (Apoc. 13:16) reciban, so pena de muerte, la señal de lealtad a un falso día de reposo, esos fieles ‘irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha’, resplandecerán ‘como luminares en el mundo’ (Fil. 2:15)” (Profetas y reyes, pp. 140, 141).
“En la hora undécima habrá miles que encontrarán y reconocerán la verdad […]. Estas conversiones a la verdad se realizarán con una rapidez que sorprenderá a la iglesia, y únicamente el nombre de Dios será glorificado” (Mensajes selectos, t. 2, p. 16).
El regreso de Cristo
“Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria. Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca” (Luc. 21:27, 28).
“Pronto aparece en el este una pequeña nube negra, de un tamaño como la mitad de la palma de la mano. Es la nube que envuelve al Salvador y que a la distancia parece rodeada de oscuridad. El pueblo de Dios sabe que es la señal del Hijo del Hombre. En silencio solemne la contemplan mientras va acercándose a la Tierra, volviéndose más luminosa y más gloriosa hasta convertirse en una gran nube blanca, cuya base es como fuego consumidor, y sobre ella el arco iris del Pacto. Jesús marcha al frente como un gran conquistador” (Eventos de los últimos días, p. 278).
“Con cantos celestiales los santos ángeles, en inmensa e innumerable muchedumbre, lo acompañan en el descenso […]. Ninguna pluma humana puede describir la escena, ni mente mortal alguna es capaz de concebir su esplendor” (ibíd., p. 278).
“Los justos vivos son mudados ‘en un momento, en un abrir de ojo’ [1 Cor. 15:52]. A la voz de Dios fueron glorificados; ahora son hechos inmortales, y juntamente con los santos resucitados son arrebatados para recibir a Cristo su Señor en los aires. Los ángeles juntarán ‘a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro’ [Mat. 24:31]. Santos ángeles llevan niñitos a los brazos de sus madres. Amigos, a quienes la muerte tenía separados desde largo tiempo, se reúnen para no separarse más, y con cantos de alegría suben juntos a la ciudad de Dios” (ibíd., p. 284).
“Sobre la cabeza de los vencedores, Jesús coloca con su propia diestra la corona de gloria […]. Jesús abre ampliamente las puertas de perla, y entran por ellas las naciones que guardaron la verdad.
En el cielo no habrá ningún salvado con una corona sin estrellas. Si entran allí, habrá algún alma en las cortes de gloria que ha entrado por intermedio de ustedes” (ibíd., p. 286).
“El gran conflicto ha terminado. Ya no hay más pecado ni pecadores. Todo el universo está limpio. Una misma pulsación de armonía y júbilo late a través de la vasta creación. Del Ser que todo lo creó manan vida, luz y contentamiento por toda la extensión del espacio infinito. Desde el átomo más imperceptible hasta el mundo más grande, todas las cosas, animadas e inanimadas, declaran, en su belleza sin mácula y en gozo perfecto, que Dios es amor” (El conflicto de los siglos, p. 737).
“En esas pacíficas llanuras, al borde de esas corrientes vivas, el pueblo de Dios, que por tanto tiempo anduvo peregrino y errante, encontrará un hogar” (ibíd., p. 734).
Rumbo al Hogar
“El Señor está por venir. Oímos los pasos de un Dios que se aproxima” (El evangelismo, p. 163).
“¡Oh, cuán glorioso será verlo y recibir la bienvenida como sus redimidos! Largo tiempo hemos aguardado; pero nuestra esperanza no debe debilitarse. Si tan solo podemos ver al Rey en su hermosura, seremos bienaventurados para siempre” (Joyas de los testimonios, t. 3, p. 257).
“Siento deseos de exclamar: ¡Vamos rumbo a nuestro hogar!” (El evangelismo, p. 164).
Lecturas complementarias sugerentes
Elena G. de White, El conflicto de los siglos, “El fin del conflicto”, pp. 720-737.
Elena G. de White, Visiones del cielo.
Preguntas para discutir en grupos
Seccion I:
Reavivamiento y reforma, y el discipulado: Comunión, relacionamiento y misión
- ¿Cuáles son las mayores dificultades para mantener una comunión permanente con Dios?
- ¿Cuáles son los beneficios de participar en un Grupo pequeño? Si no participas, ¿por qué no lo haces? ¿Qué impide que lo hagas?
- ¿Cuál es tu participación en el cumplimiento de la misión de la iglesia?
Seccion II
Reavivamiento y reforma, y la única esperanza
- ¿Qué frase, cita o texto de esta sección del documento impactó más tu corazón?
- Según el texto leído, ¿cómo es que la iglesia llegará a conmover al mundo?
- Al terminar la lectura y la discusión del documento, ¿cuál es tu decisión con relación al regreso de Jesús, el cielo y la eternidad?